Publicado el 2 de agosto de 2019 por Inés Mª Losa Lara en Ceafa
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Diversificar en tiempos de incertidumbre

Las primeras Asociaciones de Familiares de personas con Alzheimer nacimos en España hace tres décadas cuando prácticamente no existían recursos públicos sociosanitarios especializados en Alzheimer y a la Ley de Dependencia (2006) aún le restaban 15 años para ver la luz. En este contexto, durante estos años, no sólo hemos representado y defendido al colectivo Alzheimer en nuestro país, sino que también hemos acumulado conocimiento y experiencia en la intervención no farmacológica con las personas diagnosticadas, obteniendo óptimos resultados que se traducen en un enlentecimiento de la enfermedad y el aumento de su calidad de vida. Todo ello nos ha llevado a convertirnos, en muchos de los casos, en auténticas gestoras de recursos especializados, que no buscamos el beneficio económico, diferenciándonos así de las empresas, y con una financiación que ha provenido de forma mayoritaria, o casi mayoritaria, de las distintas administraciones públicas.

En este recorrido asistimos hoy a un cambio de mentalidad tanto en la intervención con la persona, como en las fuentes financiación de nuestros proyectos. Desde el punto de vista de la intervención con la persona, esta nueva mentalidad, se traduce en la que la persona deja de ser sujeto que recibe asistencia para pasar a ser el centro de la intervención psicosocial. Persona que puede tener diferentes patologías, siendo una de ellas la demencia, pero con un proyecto vital que se ha de cuidar y promocionar. Se impone una intervención Integral, que aborde todos los aspectos de la persona, no sólo el cognitivo o el físico, sino también el social, el afectivo, el religioso cuando la persona es creyente, una intervención que no deje ajena a la familia, y sobretodo, al cuidador principal, sino que les incluya. Una intervención personalizada, que tenga en cuenta la individualidad de la persona, sus gustos, sus necesidades, sus preferencias, sus creencias, sus valores… una intervención que es un “traje a medida”, a la medida de la persona y de su cuidador principal. Una intervención que sea continuada en el tiempo, con seguimientos y revisiones periódicas, con modificación y adaptación de los programas de intervención individualizados conforme a los cambios que van sucediendo en la vida de las personas afectadas por el Alzheimer: la persona con diagnóstico y su cuidador principal, a lo que desde Ceafa venimos denominando binomio paciente-cuidador.

Esta nueva mentalidad de intervención coincide en el tiempo con una progresiva disminución de la financiación procedente de entidades públicas, que se traduce en un aumento de la incertidumbre y que nuestra sostenibilidad en el medio-largo plazo se vea comprometida. Por este motivo se hace necesario que las Asociaciones busquemos nuevas fórmulas de financiación, que nos permitan continuar siendo referente en la atención sociosanitaria al binomio paciente-cuidador, y que nos consolide como entidades eficaces y eficientes, capaces de mantenerse en el tiempo y que, progresivamente, sean menos dependientes de las políticas de subvenciones. El riesgo más importante de la dependencia de las subvenciones es la incertidumbre sobre plazos de las convocatorias, sobre las cantidades a percibir y sobre las fechas de los pagos de los libramientos, todo ello, nos impiden planificar de forma eficiente planes estratégicos y una correcta ejecución de los presupuestos.

Estos dos retos unidos, nueva mentalidad en la atención y la necesidad de nuevos recursos, nos obligan a planificar nuestra actividad con mentalidad emprendedora, como si de un plan de negocio a desarrollar se tratara, con un plan estratégico a largo plazo, que parta de un análisis serio del entorno externo en el que nos movemos, de los factores políticos, económicos, sociales, culturales, tecnológicos, ecológicos y legales que van influir en el desarrollo de nuestra actividad. También será necesario analizar con precisión nuestro entorno interno: las personas que van a ser objeto de nuestros servicios, la existencia o no de proveedores, y cuáles son nuestros competidores. Este análisis nos ayudará a detectar nuestros puntos fuertes, y aquellos en los que debemos mejorar, las oportunidades que nos ofrece el entorno y también las amenazas con las que nos podemos encontrar.

De cara a la búsqueda de nuevas formas de financiación primeramente es importante tener claro que se impone la necesidad de tener diversificados los recursos, de forma que no más de un 20% de ellos dependa en exclusividad de una misma entidad, y sin que las subvenciones superen el 50%, siendo más aconsejable que este porcentaje se oriente en torno al 30% o menos. Ambos límites, nos ayudarán a no desviar nuestros objetivos en función de las bases de una convocatoria, así como nos fortalecerá frente a la incertidumbre del contexto líquido en el que nos movemos.

Hay que señalar que no se trata de obviar o despreciar las subvenciones, sino de explorar nuevas vías de financiación para no depender en exclusividad, o casi, de ellas.

Estas fuentes de financiación en las que debemos aprender a “navegar”, no son otras que las ya bien conocidas por nosotros, como son las cuotas de socios, las cuotas de usuarios, las subvenciones y la organización de actividades recaudatorias. Y a las que se unen los patrocinios, partenariados y mecenazgos de otras entidades, territorio este en el que nos movemos con poca soltura por falta de dedicación, muchas veces, por no dar importancia al marketing dentro de nuestras entidades, por carecer de una adecuada política de comunicación o por creer que la transparencia se reduce a publicar las cuentas anuales.

Esta, la transparencia, es la mejor de las armas que poseemos para poner en valor el beneficio social de nuestras entidades, para mostrar cómo cada euro invertido en ellas, se multiplica y revierte en la sociedad y es agente de cambio en ella. Pero para ello, es necesario mejorar nuestra comunicación y no tener miedo a invertir en marketing.

Podríamos resumir que cuantas más fuentes de financiación tengamos aportando a nuestros proyectos, menos vulnerabilidad de nuestra entidad frente a la pérdida o reducción de alguna de ellas: a mayor diversificación, menor incertidumbre.

Existen otras fórmulas de financiación que se están abriendo camino en la actualidad, como la financiación democrática o crowdfunding, pero que no está exenta de riesgo y desventajas, y sobretodo, que se corre el peligro de creer falsamente que toda idea que podamos tener puede ser desarrollable a través de una financiación crowdfunding. Nuevamente aquí el argumento de la mayor diversificación en las fuentes de financiación de la entidad nos ayudaría a explorar este terreno del crowdfunding, sin ver comprometida nuestra sostenibilidad.

 

Inés Mª Losa Lara

Tesorera de CEAFA

 

 

 

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