Publicado el 4 de febrero de 2021 por Ceafa en Actualidad
  • Sujeciones fisicas y químicas

EL CUIDADO DE LAS PERSONAS CON DEMENCIA Y EL USO DE SUJECIONES FÍSICAS Y QUÍMICAS

El debate sobre el modelo asistencial de las residencias en España lleva años abierto. El envejecimiento de la población, el aumento de enfermedades relacionadas con la edad que generan un gran nivel de dependencia hace que se hayan abierto numerosos centros en los últimos años. Centros muy heterogéneos, tanto en cantidad como en calidad. Y aunque la situación dista mucho del de hace unos años, la calidad de la atención no es la mejor, a pesar del esfuerzo que se está realizando por llegar a unos niveles de calidad de vida óptimos para los usuarios de dichos centros.

Los antecedentes nos indican que en los años 90 era habitual el uso de sujeciones por períodos más o menos largos entre las personas con demencia sin una normativa que lo reglara, sin transparencia, con sujeciones no homologadas, sin conocimiento por parte de la familia y sin control ni seguimiento.

Existen muchos factores que indican la necesidad de reflexionar sobre el modelo de cuidados y la urgencia de hacer una transición hacia un modelo más centrado en la persona en el que el uso de las sujeciones sea puramente anecdótico.

La Real Academia Española define cuidar como “poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo”, en su segunda acepción indica “asistir, guardar, conservar”, y en la tercera “discutir, pensar”.

España es uno de los países que más sujeciones usa en el cuidado de las personas, lo que hace pensar que es necesario seguir trabajando en un modelo de atención a las personas con demencia diligente, atento, asistido, y en el que se discuta y piense que existe otra forma de cuidar. En el que el uso de las sujeciones no se contemple de forma sistemática sino como última opción y con el objetivo de que la persona no se haga daño a ella misma o a terceros.

Es más, se podría decir que el uso de las sujeciones son el “anticuidado” ya que arrebatan la libertad de la persona, anulan su independencia tanto física como mental y desde luego, no mejoran su calidad de vida al verse sometida, anulada su dignidad y su libertad, y lastimada su autoestima.

La utilización de la sujeción tanto física como química responde más a una necesidad de la propia institución con el objeto de dar respuesta rápida a una situación en tiempo récord, que a una necesidad real, y más aun conociendo los inconvenientes que supone el uso de éstas por los propios profesionales que trabajan en las instituciones.

Es necesario dar a conocer que el uso de estas sujeciones, tanto físicas como químicas no está exento de generar numerosas problemáticas no solo desde un punto de vista ético o legal sino también por las complicaciones que generan en la salud de los pacientes. Entre las complicaciones detalladas se observa un aumento de las caídas debida a la falta de tono muscular al estar tanto tiempo sujeto, úlceras y laceraciones, neumonías o asfixia por broncoaspiración entre otros efectos. Y en cuanto al uso de farmacología por encima de las dosis razonables, unos niveles de aletargamiento que distan mucho de ser una solución a largo plazo para el que la recibe.  

Es necesario, por lo tanto, eliminar o reducir su uso como práctica clínica en dichas instituciones ofreciendo un soporte asistencial dirigido a mantener el bienestar, la dignidad y la calidad de vida de los pacientes, y, en consecuencia, el de sus familias.

En los últimos años, están surgiendo numerosos programas o proyectos de eliminación de sujeciones físicas y químicas, lo cual ha generado un gran interés entre las instituciones, centros residenciales y centros socio sanitarios que ven una oportunidad de ofrecer un cuidado de excelencia a sus pacientes poniendo en entredicho las bondades de las sujeciones, y priorizando la dignidad de la persona, la humanidad en el trato y anteponiendo la calidad por encima del interés empresarial.

Existen dos tipos de sujeciones, las físicas y las químicas. Las sujeciones físicas son “cualquier dispositivo, material o equipo aplicado a una persona, unido a ella o cerca de su cuerpo, que no puede ser controlado o retirado con facilidad por ella misma y que deliberadamente evita o intenta evitar su libertad de movimiento y/o el natural acceso a su cuerpo”. Y una sujeción química  es el “uso de fármacos, fundamentalmente aquellos que actúan a nivel del sistema nervioso central, que reducen la movilidad de la persona, de manera que quedan inhibidas sus actividades con el objetivo de manejar o controlar una conducta inadecuada o molesta, que no es consecuencia de un trastorno mental diagnosticado”.

Es cierto que existen casos excepcionales en los que es necesario el uso de la sujeción física. Pero esta debe ser prescrita por el facultativo pertinente, por un período de tiempo determinado y tiene que seguir un proceso en el que quede claro y por escrito, entre otras cosas, cuándo debe quitarse dicha sujeción.  Además, dicha sujeción utilizada en casos excepcionales deberá ser puesta en conocimiento de la familia.

La familia es un elemento clave en este proceso hacia el cambio, según un estudio de Fariña-López E; Estévez-Guerra G.J. y col. (2011). Se observó que en general las familias mantenían una actitud positiva con respecto a las restricciones y mostraban disposición a su uso. Esta actitud podría relacionarse con la falta de conocimiento de las posibles alternativas que se pueden emplear, así como de las complicaciones que estas generan. Por ello, se hace necesario que, en esa búsqueda del cuidado de las demencias sin sujeciones, la familia forme parte del grupo de aprendizaje junto a los profesionales de los centros para conocer las consecuencias que tiene su uso y se involucre en el cambio hacia ese modelo residencial sin sujeciones.

Además, la implicación de la familia evitaría las controversias que existen en los centros residenciales que no utilizan sujeciones, cuando un familiar sufre una caída, ya que la misma sería documentada por el profesional que vio la caída (en el caso de que haya sido presencial) describiendo dónde, cómo, cuándo y en presencia de quién ha ocurrido la caída, cómo se le ha atendido, y si ha sido necesaria la intervención de profesionales de la salud internos o externos (centro de salud de referencia), lo que generaría un clima de confianza entre la institución y los profesionales que atienden directamente a los usuarios y la familia.

No obstante, y por concluir, pese a que avanzamos hacia una modelo de cuidados sin sujeciones, es necesario como en tantas otras cosas, que este modelo sea el de referencia y se aprenda desde los lugares donde surgen estos nuevos profesionales, las universidades, los centros de formación profesional, y como parte de la formación no solo de sanitarios sino de otros perfiles más sociales promoviendo y emprendiendo iniciativas que erradiquen el uso de estas prácticas.

Comité de Formación y Calidad

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