La malnutrición se ha asociado a la aparición de una extensa gama de enfermedades degenerativas, desde arteriosclerosis, infarto de miocardio, cáncer, osteoporosis, mal de Alzheimer y otras demencias, hasta enfermedad de Parkinson.
Dentro de este cuadro de riesgos aumentados por la malnutrición, la demencia, definida como un deterioro significativo de memoria y pérdida de las funciones intelectuales, es la causa más frecuente de deterioro de la función cognitiva en las personas mayores e interfiere en el trabajo del paciente, su actividad social y su relación con los demás.
“Para poder hablar de calidad de vida es esencial el mantenimiento de la función cognitiva hasta una edad avanzada, y para poder conseguir este objetivo es fundamental mantener un aporte adecuado de vitaminas antioxidantes (como las E y C) y las del grupo B (en especial folatos, B6 y B12) las cuales pueden reducir el riesgo de trastornos neurodegenerativas relacionados con la edad”.
Según los especialistas, “se halla bien establecido que la edad es un factor de riesgo para la demencia, y también se ha demostrado que la presencia de demencia en la población aumenta según avanza la edad”.
Con la edad, la digestión de los alimentos empeora, disminuye la capacidad de absorción de algunas vitaminas, y además, las necesidades son más altas como consecuencia de los cambios metabólicos asociados al proceso de envejecimiento.
Según la doctora Marcela Gónzalez-Gross, colaboradora científica del Instituto de Nutrición de la Universidad de Bonn, Alemania, "cada vez es mayor la evidencia del papel de la nutrición en el desarrollo de múltiples dolencias crónicas”.
Alimento para las neuronas
Según los expertos, las vitaminas intervienen en múltiples procesos metabólicos y sus carencias contribuyen a que estos procesos no se realicen de manera satisfactoria: como consecuencia, la salud y la capacidad funcional del individuo se puede ver afectada negativamente.
Debido a su especial situación orgánica y fisiológica, las personas de edad avanzada tienen menor cantidad de adaptación ante cualquier cambio, y en los mayores las deficiencias vitamínicas tienen repercusiones más graves que en otras etapas de la vida.
Aunque en las sociedades desarrolladas, las carencias suelen ser ligeras y no condicionan la aparición de signos claros de deficiencia, un elevado porcentaje de ancianos tienen niveles inferiores a los considerados normales de diversas vitaminas, especialmente ácido fólico, riboflavina, piridoxina, vitamina E, vitamina D, tiamina y vitamina C.
Según los expertos, en las personas de edad avanzada no sólo disminuye la ingesta de vitaminas, sino que las necesidades suelen ser mayores, por lo que caer en una deficiencia puede ser más fácil. Por otra parte, los efectos de las carencias suelen ser más graves, y afectan más negativamente a la salud.
“Por ello y dada la importancia de una nutrición correcta en el mantenimiento y mejora de la salud de las personas de edad avanzada , hay que aumentar la vigilancia y control en terreno dietéticos y evitar las deficiencias nutricionlaes, asegurando un aporte suficiente de vitaminas y minerales mediante la dieta cotidiana, en los casos en los que sea necesario”, señala la experta.
Fuente: vanguardia.com.mx