Ana Condado, artista colaboradora del proyecto Muros de Vida, y el resto de voluntarios y trabajadores de la Asociación de Enfermos y Familiares de Alzheimer de las Merindades, Afamer, aseguran que al principio costó entender la idea de lo que en verdad se perseguía. «Es un juego colectivo en el que cada uno toma su parte en un producto final que pertenece a todos», cuentan.
Tres grupos, uno en Villasana, otro en Espinosa y un último en Villarcayo, además de particulares que trabajan en sus casas de Horna y Quincoces de Yuso, llevan meses totalmente implicados en una tarea en la que «empleamos diferentes materiales para elaborar teselas de piedra, tapices de tela y un muro escultura exterior de vidrio», explica Condado.
Recortar o pegar, por ejemplo, les ayuda para estimular la mente y su movilidad. «Se atreven a hacer pequeñas cosas, como dibujar, que antes se negaban en rotundo. Además, existe el factor sorpresa final, es decir; cada grupo solamente ve la parte que está trabajando porque lo que han elaborado los demás está cubierto. «Cuando se finaliza, lo destapan y se emocionan con lo que han conseguido hacer entre todos poco a poco. Sienten que forman parte de algo y eso les anima», señala Pilar Pereda, trabajadora voluntaria.
Lo que ofrece Muros de vida, además, es la posibilidad de ir adaptándose a las circunstancias
Fuente: diariodeburgos.es
