En la investigación, los especialistas observaron mediante un aparato especial colocado en la muñeca durante diez días la actividad física de 716 personas con una edad media de 82 años.
Ninguno de ellos sufría en ese momento de alguna forma de demencia. Los participantes informaron además de manera regular sobre sus actividades sociales y físicas.
En los siguientes tres años y medio, 71 de ellos enfermaron de Alzheimer. El diez por ciento de los participantes en el estudio que menos activos eran se enfermaron 2,3 veces más que el diez por ciento más activo. Y entre aquellos con menor intensidad de movimiento el riesgo de Alzheimer era un 2,8 por ciento mayor que en el grupo de los de actividad más intensiva.
"El estudio muestra que no solamente el ejercicio, sino también actividades como cocinar, lavar y limpiar están relacionadas con un menor riesgo de Alzheimer", escribe uno de los autores de la investigación, Aron S. Buchman.
Por ello, también pueden verse beneficiadas de una vida activa aquellas personas que ya no pueden hacer ejercicio físico por motivos de edad o salud. (DPA
Fuente: rionegro.com.ar