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«Trabajamos muy duro contra el alzhéimer»

El científico madrileño recibirá hoy en Cáceres este galardón por su investigación para curar la enfermedad que se lleva los recuerdos

Jesús Ávila de Grado Primer Premio 'Eladio Viñuela' de Investigación en Ciencias de la Vida

Jesús Ávila de Grado se remite varias veces a lo largo de la conversación al recuerdo de don Santiago Ramón y Cajal, tanto para recordar cómo dibujaba las neuronas, que ambos encuentran fascinantes, como para acordarse de su espíritu autocrítico y su fuerza de voluntad.

El químico Jesús Ávila de Grado nació en Madrid en 1945 y ha sido el ganador del Primer Premio 'Eladio Viñuela' a la Investigación en Ciencias de la vida que otorga la Fundación Caja de Extremadura y que se le entregará hoy 13 de diciembre en Cáceres. Implicado en la investigación de la enfermedad del alzhéimer sabe que algún día habrá una cura para esta enfermedad que se lleva nuestros recuerdos y que ahora se diagnostica siempre demasiado tarde para lograr curarla.

-El premio lleva el nombre de Eladio Viñuela, al que supongo que conoció. Así los premios son más próximos y gustan más.

-Eladio Viñuela fue mi maestro en esto de la ciencia y una de las personas que más han influido en mi carrera. Mi contacto con él fue muy intenso durante un tiempo de mi vida y fue también duro, porque era un buen maestro, pero los buenos maestros suelen ser bastante exigentes. A la larga se agradece luego que a uno le hayan exigido mucho para que se formase. He recibido otros premios, pero éste es casi el que más me ha gustado.

-Investiga sobre la enfermedad del alzhéimer. En comparación con otras enfermedades como el cáncer o el sida, a la sociedad nos parece que van ustedes siempre demasiado despacio.

-Es que la enfermedad va demasiado deprisa. Me explicaré. Cuando la enfermedad se diagnostica de un modo más serio, la degeneración ya es muy grande y llegamos un poco tarde. Entonces hay ya muchas neuronas muertas, sobre todo en la zona del hipocampo, que es donde reside la memoria. Intentar rehacer algo que ya está destruido no es simple. Así que, lo que se sugiere para el futuro, es intentar tener marcadores de la enfermedad para cuando todavía sea asintomática.

-¿Le puedo preguntar las razones que le llevaron a investigar esta enfermedad?

-Fue fortuito. En realidad, yo estudiaba una iniciación básica sobre cómo se hace una neurona, cómo puede degenerar y por qué causas y cómo se puede regenerar. La neurona tiene una morfología preciosa. Seguro que usted ha visto las neuronas que dibujaba Cajal y que son preciosas. Estudiando el armazón celular acabé estudiando una proteína que se llama TAU, que tiene mucho que ver con el citoesqueleto y que resulta ser una de las que están más implicadas en la enfermedad del alzhéimer. Sobre todo, en la formación de unas estructuras aberrantes que pueden tener los pacientes y que tiene que ver algo con la demencia. Lo que vimos en el laboratorio fue ese ensamblaje aberrante de la proteína TAU y lo relacionamos con la formación de los ovillos y eso hizo que nos metiéramos de lleno en este campo.

-¿Cuánta gente trabaja en su equipo?

-Varía, porque colaboramos con otros grupos tanto nacionales como extranjeros y con otra mucha gente. Algunos vienen a hacer la tesis, otros también están haciendo el postdoctoral. Ahora tenemos unas 12 personas.

-¿Está la industria farmacéutica interesada en su investigación hasta el punto de financiarla?

-Sí. Hemos sido afortunados y hemos tenido contratos tanto nacionales como internacionales. Y eso ha favorecido que varias personas tengan sus contratos vía empresa. Eso ha sido muy útil para nosotros. Una cosa que nosotros hacemos son ratones transgénicos, es decir, ratones a los que inducimos la enfermedad de la forma más parecida que sabemos y los utilizamos como dianas, como bancos de pruebas para emplear medicamentos. Así podemos prevenir o curar algunos de esos problemas patológicos. Esto lo hacemos con las empresas y en ratones hemos podido curar ya algunos de esos aspectos. Pero es porque sabemos cómo el ratón va a desarrollar la patología y lo curamos muy rápidamente. No ocurre así en el caso de los pacientes a los que llegamos siempre tarde porque la enfermedad está ya muy avanzada. Esa es una de las causas que nos hace perseguir la búsqueda de marcadores más prematuros para intentar prevenir y curar en ellos lo que ya hacemos en ratones.

Cerebro difícil

-Nunca han querido hablar del tiempo que pueden tardar en encontrar la solución para esta enfermedad. Supongo que es difícil de precisar.

-Es muy difícil de precisar y unos experimentos van siempre más rápidos que otros y, además, depende de la observación. Siempre pongo como ejemplo a Fleming, que estaba buscando algo que matara las bacterias y, de repente, lo encontró porque se había dejado los hongos tirados encima de la mesa. Eso hizo que avanzara la lucha contra las enfermedades que tenían esa bacteria. Lo que sí le puedo decir es que se trabaja todo lo duro que se puede, pero el sistema nervioso, y eso hace la diferencia con otro tipo de enfermedades, es más complicado que otras partes del organismo. No es fácil el cerebro.

-Que sigan yendo todos los días al laboratorio indica que son ustedes los primeros que tienen esperanza en encontrar la curación del alzhéimer algún día.

-Sí. Creo que es cuestión de tiempo. Cajal siempre decía que lo que no podíamos hacer nosotros, seguro que lo harían las siguientes generaciones. Espero que nosotros ya podamos hacer algo sin tener que esperar demasiado.

-A lo mejor le da tiempo a pasarse por la biblioteca de la Real Academia de Extremadura, en Trujillo, donde hay algunos libros que fueron de la biblioteca de Cajal y que llegaron donados por una de sus nietas.

-De hecho soy lector de casi todo lo que ha publicado don Santiago. Don Santiago era poco feminista, algo misógino y hay un libro que escribió cuando ya era muy mayor en el que entona su mea culpa reconociendo que en su vida se había portado mal con las mujeres. Escribía bien. Era muy ameno y muy honesto en sus escritos, muy veraz y un dibujante y pintor maravilloso. Decía que quería haberse dedicado a las Bellas Artes y que su padre le obligó a ser médico. Era un hombre de lo mejorcito que hemos tenido en este país.

-¿Ser exigente y autocrítico como era él son las principales virtudes del científico?

-Sí y, sobre todo, el científico tiene que ser muy tesonero, muy constante y con una paciencia infinita, inasequible al desaliento. Tiene que ser tenaz y paciente porque, de no ser así, lo dejaría enseguida. Y, luego, buscar la máxima rigurosidad.

Fuente: hoy.es

Con la colaboración de