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Sobrecarga en el cerebro

El estrés puede contribuir a enfermedades neurodegenerativas como el párkinson y el alzhéimer.

El famoso premio nóbel James Watson examinó por vez primera su genoma en 2007. Cincuenta años de avances científicos y progresos técnicos le permitían contemplar la estructura química que tanto había contribuido a revelar, integrada ahora en un paisaje genético personal.

Había, no obstante, un breve tramo de ADN en el cromosoma 19 que Watson prefirió no ver. Esa región codificaba el gen alipoproteína E (APOE). Se sabe desde los primeros años noventa del siglo xx que APOE es un marcador genético asociado a la enfermedad de Alzheimer: ciertas formas suyas guardan fuerte correlación con la aparición de dicha patología. La abuela de Watson sufrió de alzhéimer. Al no existir para este trastorno neuro­degenerativo ningún tratamiento razonable, ni estrategias de prevención verificadas, el descubridor de la doble hélice consideró que la información era demasiado lábil; su conocimiento podría causarle más daño que bien.

Los recelos de Watson son comprensibles. Los tratamientos que se han ensayado en relación al alzhéimer han fracasado uno tras otro. Empero, conforme se va sabiendo más sobre el cerebro, se va consolidando la convicción de que rara vez la genética dicta por sí sola el curso de la enfermedad. Los trastornos cerebrales resultan de una compleja interacción entre los genes y las condiciones ambientales en las que transcurre la vida. Un grupo de estudios ha permitido descubrir un importante instigador de las enfermedades neurovegetativas: el estrés.

Fuente: investigacionyciencia.es

Con la colaboración de