Los humanos cuando superamos alguno de los atascos con los que la vida, a veces, nos castiga, solemos reaccionar valorando nuestra salud e incluso proponiéndonos mejorar nuestros hábitos saludables.
Sin embargo pronto nos olvidamos de estas nobles intenciones. Por fortuna, cada uno de nosotros posee un guardián interno, el sistema inmunológico, que está permanentemente vigilando y protegiendo nuestras vidas de manera silenciosa.
Precisamente el día de hoy está marcado en todos los almanaques del mundo como Día Internacional de la Inmunología, esa ciencia tan desconocida que estudia cómo las defensas nos protegen de nuestros peores enemigos: los microbios y los cánceres. De esta manera defiende la identidad de cada individuo como persona única e irrepetible, que es precisamente donde se fundamenta la diversidad de la especie humana, que como hoy sabemos, es su principal fortaleza.
Para ello, el sistema inmune establece una frontera entre el propio organismo que reconoce como "el yo biológico" al que respeta, y todo lo demás, que identifica como "no propio" o extraño.
El sistema inmune, al igual que el cerebro, aprende, innova y es flexible, anulando y destruyendo selectivamente aquello que interpreta que le produce daño, como microbios patógenos y células tumorales. Además pose memoria, de tal manera que los aciertos y errores de una batalla, el sistema inmune los usa al librar la batalla siguiente. De esta manera el enemigo solamente puede tener posibilidades de éxito en un primer intento porque en los siguientes ya hay especialistas esperando, entrenados para neutralizar a ese enemigo en concreto.
Por otra parte, cuando lo extraño no es dañino es respetado. Este es el caso de bacterias que cohabitan en nuestro cuerpo sin problema porque nos aportan nutrientes y vitaminas y que por esta razón son respetados. También es el caso del feto en el embarazo, que la madre tolera y respeta a pesar de ser equivalente a un trasplante, al portar parte del bagaje genético del padre.
El sistema inmune lo debemos de cuidar porque, de lo contrario, puede dejar de ser nuestro amigo y convertirse en nuestro peor enemigo ¿Cómo hacerlo? Simplemente, siguiendo los planes de vacunaciones adecuados y practicando hábitos de vida saludables: realizar ejercicio cada día, comer sano (dieta mediterránea), controlar el estrés, dormir bien y no fumar. Esto debe hacerse desde niños, para de esta manera evitar las complicaciones propias de los mayores (cáncer, diabetes, alzheimer y arterioesclerosis) en cuyo origen interviene precisamente un mal funcionamiento de las defensas.
El conocimiento sobre la forma de actuar del sistema inmune nos ha proporcionado las claves necesarias que han permitido muchos de los avances de la medicina moderna, tales como vacunas y nuevos sistemas diagnósticos y terapéuticos de gran relevancia en el control de cada vez mayor número de enfermedades.
Un caso especial en la batalla por la vida, en el que la inmunología es esencial, es en los trasplantes de órganos. Ello se debe a que la realización de un trasplante representa una transgresión de identidades entre el donante y el receptor. De ahí que su resolución con éxito ha exigido los conocimientos derivados de la inmunología.
Sin embargo quedan muchos retos sin resolver, como disponer de vacunas eficientes frente a microbios que cada vez utilizan estrategias más sofisticadas para burlar a los sistemas defensivos, como ocurre con la malaria, sida o tuberculosis. Queda también controlar las alergias y la cura de enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, lupus y otras muchas.
Otro reto está relacionado con el mundo global que ya estamos viviendo donde tan fácil es el contagio entre personas por la aglomeración ciudadana y la rapidez de medios de trasporte de unas partes a otras del mundo. Esto unido al excesivo uso de antibióticos que elimina a los microbios antes de que el sistema inmune organice su propio sistema defensivo, nos hace pensar en su debilitamiento por falta de entrenamiento.
De todas maneras debemos confiar en la propia capacidad humana para resolver los posibles problemas del futuro. Ya lo decía Gabriel García Márquez: "Ni los cataclismos ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte".
Fuente: diariocordoba.com