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Si quiere alejar el Alzheimer cuide también su corazón

Se confirma que las patologías cardiovasculares, la diabetes y la obesidad elevan la posibilidad de desarrollar deterioro cognitivo y empeoran su pronóstico

Durante las próximas cinco décadas está previsto que la incidencia del Alzheimer y otras demencias doble a la actual. Teniendo en cuenta que, al menos por ahora, no hay visos de conseguir una curación, es imprescindible poner empeño en retrasar los síntomas.

Muchas investigaciones han encontrado relación entre las alteraciones cardiovasculares y el deterioro cognitivo. Por su parte, la última edición de los 'Archives of Neurology' dedica prácticamente todo su contenido a varios trabajos que corroboran esta asociación.

El primero, realizado con 156 pacientes diagnosticados de Alzheimer pertenecientes a la muestra de un estudio de gran envergadura sobre envejecimiento, concluyó que una historia clínica marcada por la diabetes del adulto y por el colesterol elevado (el total y, en especial, el LDL; el 'malo') multiplicaban las probabilidades de desarrollar una demencia.

Asimismo, otros problemas cardiovasculares, como la enfermedad coronaria o el infarto cerebral también predisponían a sufrir deterioro cognitivo, pero sólo en los portadores del gen ApoE-4, relacionado con el Alzheimer.

En opinión de los investigadores, «a pesar de que se conocía la implicación de los trastornos cardiovasculares en el desarrollo de las demencias, no se ha prestado suficiente atención a la influencia exacta de estos factores en la progresión del perjuicio neurológico».

El segundo trabajo sugiere que el síndrome metabólico (una suma de tres o más factores de riesgo cardiovascular, encabezados por la obesidad abdominal, la resistencia a la insulina y los niveles altos de lípidos en sangre) influye decisivamente en el daño neurológico de las mujeres mayores de 65 años.

PREVENCIÓN

 

Después de evaluar una muestra de casi 5.000 féminas, los autores llegaron a la conclusión de que tener este trastorno metabólico eleva la probabilidad de padecer demencia y explican que «contrariamente a lo que se pensaba, es importante diagnosticar a tiempo el síndrome en su conjunto más que los factores vasculares aisladamente».

Estos científicos insisten en que hacen falta más trabajos para comprobar si el hecho de mantener bajo control los diferentes parámetros que conforman el síndrome metabólico repercutiría de una manera sustancial en la ralentización del deterioro cognitivo de estas pacientes o si, por el contrario, el beneficio no es significativo.

Ni éstos ni la autora de otra revisión que acompaña a estos artículos (un repaso de la asociación entre todos los factores de riesgo cardiovascular en el funcionamiento del tejido cerebral) tienen dudas de que una mala salud en el primer terreno se acaba traduciendo en un riesgo mayor de demencia. Sin embargo, no tienen acotado cuál es el mecanismo exacto que une ambos fenómenos.

Lo que sí parece lógico es que las alteraciones cardiovasculares acaban provocando reacciones inflamatorias y estrés oxidativo que daña el entramado vascular del cerebro.

Además, también es muy posible que dichos índices predispongan a la formación y acumulación de las proteínas beta amiloides, así como de los ovillos neurofibrilaes; lesiones típicas de las patologías neurodegenerativas como el Alzheimer.

En todo caso, estos científicos creen que este aluvión de nuevos datos datos corrobora la necesidad de redoblar los esfuerzos por controlar dichos parámetros de manera que, al mismo tiempo que se evita un infarto, se previene también el deterioro del tejido cerebral, para el que por ahora no hay remedio.

Fuente: elmundo.es

Con la colaboración de