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Retrato de un fotógrafo

«Los ciudadanos me hablan a menudo. Me paran y me llaman por mi nombre. Así, me costará más perder la identidad, porque la gente me hará recordar cosas que han pasado. Pienso que, cuando la enfermedad avance y las posibilidades de perderme por la ciudad aumenten, habrá alguien que me parará y me dirá: 'Maragall, ¿dónde vas?'». Reflexiones tan íntimas y personales como esta sobre su propio futuro atraviesan como lúcidas pinceladas las páginas de Maragall vs. Alzheimer (Cromosoma), la crónica donde la periodista Àngela Vinent, antigua colaboradora del exalcalde de Barcelona y expresident de la Generalitat, retrata a un hombre que lucha con rebeldía contra la enfermedad -de ese «doctor alemán de cuyo nombre no quiero acordarme»- que le roba recuerdos y memoria.

El libro, cuya redacción ha corrido paralela a la realización del emotivo documental Bicicleta, Cullera, Poma, de Carles Bosch, es, según su autora, «una crónica de las vivencias cotidianas y los sentimientos de Pasqual Maragall desde que se le diagnosticó el alzheimer». En ella, que incluye numerosas fotografías, los testimonios de la familia -su esposa, Diana Garrigosa, sus tres hijos...-, de médicos y amigos, se intercalan con las palabras y con escritos del propio Maragall.

«Siento que poco a poco voy perdiendo. Notarlo también me fastidia mucho. En ocasiones me pongo un poco nervioso. Pero, por regla general, intento no pensar en ello. Y vivir», confiesa Maragall a la periodista, para a continuación añadir, «con su inconfundible tono juguetón»: «Pero, escucha bien esto: puedo recordar todos los pases destacables del último Barça-Espanyol».

Cuenta Vinent a este diario que «ni le gusta ni suele hablar de los momentos tristes, que los tiene». Quizá por eso lo que domina en el libro es el carácter positivo, optimista y desinhibido y el humor y la picardía que caracterizan al alcalde olímpico, que «ha sabido mantener intacto su espíritu transformador, inquieto y curioso», testimonia la autora.

Así, enseguida aparece el Maragall que regala a los amigos momentos mágicos como las sesiones caseras de cine las tardes de los lunes, que se confiesa enamorado de Scarlett Johansson (con permiso de su mujer) o que apostó desde el principio por el Yes, we can y siguió el triunfo de Obama desde Nueva York (aún ronda por su oficina un retrato de cartón a tamaño natural del presidente de EEUU que se trajo en el avión doblado en el portavestidos).

Y surge el Maragall con ganas de hacer cosas, con la agenda llena, que lucha activamente contra el alzheimer a través de su fundación. «Cada día que pasa tengo más claro que lo importante es pasarlo bien. Poderse expresar, bailar, ir al cine, no perder el interés por el sexo contrario... Pero más bien observo que se tiende a recluir a los enfermos. Como si se pusiese una barrera».

Y sigue ahí el Maragall espontáneo, imprevisible, con su viejo móvil Nokia siempre a punto para tomar fotos, cada vez más artísticas, de todo lo que le llama la atención y, como ya hacía cuando ejercía de alcalde de Barcelona a pie de calle, actuando de «urbano de barrio y reportero fotográfico», según Vinent: -«Hago fotos de las cosas que no van: contenedores llenos o tumbados, fuentes que no brotan, semáforos rotos...»-. Fotos que serán en breve motivo de una exposición en Barcelona: Pasqual Maragall mira -un título que juega con el segundo apellido del expresident-, y que podrá verse en el centro Arts Santa Mònica a partir del próximo 23 de noviembre.

Compañero inseparable del iPod -«La música es mi compañera nocturna y diurna. Mi amante. Me hace feliz dormirme escuchando a Bach»-, apasionado de la poesía, capaz de recitar Hamlet en lengua original, tampoco ha perdido su afición por hacer dibujitos mientras habla o hace otras cosas.

No lleva bien Maragall la sobreprotección, ni que no le dejen conducir -añora mucho su destartalado Ford Escort-, pero no se rinde. «La enfermedad me ha robado por ahora alguna cosita pero, mientras pueda, no me robará mi capacidad de continuar siendo feliz o de continuar teniendo momentos de felicidad».

Fuente: elperiodico.com

Con la colaboración de