Los recortes afectan a la calidad de vida de las personas con enfermedad de Alzheimer, así como a la de sus cuidadores; son una verdadera injusticia y una forma de maltrato institucional. Para nuestros enfermos y sus familias los efectos de estos recortes serán devastadores: son enfermos totalmente dependientes que necesitan atención continua las 24 horas del día, y en muchos casos los cuidadores tienen pocos recursos y pensiones mínimas.
Esta enfermedad conlleva un gran impacto social y un gran gasto económico: si todos aquellos que cuidan de una persona con alzhéimer en su domicilio decidieran institucionalizarlo, el actual sistema socio-sanitario quedaría desbordado. Hay familias que no pueden atender al enfermo, pero es preciso que los que sí pueden y quieren reciban ayudas para hacer menos pesada su tarea. Las asociaciones estamos intentando complementar la falta de recursos ofreciendo servicios gratuitos o muy por debajo del precio del mercado, pero desgraciadamente también sufrimos los efectos de los recortes y estamos intentando sobrevivir. No nos quedaremos de brazos cruzados: haremos lo que sea necesario y esté a nuestro alcance para defender a aquellos que no recuerdan y que han olvidado su historia vital, pero que tienen el derecho de vivir dignamente esta última etapa de la su vida, ahora que están del todo indefensos. Hay colectivos que deberían ser intocables, y más cuando se trata de personas que no se pueden valer por sí mismas.
Fuente: elperiodico.com