He tenido la oportunidad de leer recientemente Memorias del Alzheimer de Pedro Simón. El libro, publicado por La Esfera de los Libros, es un hermoso trabajo llevado a cabo por el periodista madrileño en torno a las figuras de 12 pacientes de Alzheimer y 5 cuidadores.
Sus protagonistas son personajes conocidos de la vida pública española, que han visto sus vidas marcadas a partir de conocer su diagnóstico médico. Personajes entre los que se encuentran Antonio Mercero, Pasqual Maragall, Jordi Solé Tura o Eduardo Chillida, y que han contribuido con sus vivencias personales a realizar una bella reflexión sobre esta enfermedad, en clave de biografía.
Partiendo del hecho de que actualmente hay en España más de 800.000 afectados directos más sus familias, amigos y cuidadores; y que se prevé mas de un millón y medio de enfermos, sólo en nuestro país, para mediados del siglo XIX, Simón nos acerca a la realidad de estos pacientes con una buena dosis de honestidad y con mucho respeto; y ha sabido evitar, con sensibilidad, el morbo o la lástima hacia sus “ilustres pacientes”.
A raíz de la lectura del libro busqué más información sobre el autor y disfruté leyendo una entrevista en la que hablaba de cómo se gestó el proyecto y le dio forma. Os transcribo unas frases en las que él cuenta el arranque del proyecto.
- “Con esa necesidad de bucear en la vejez casi como punto de partida me marqué una frase de Eduardo Chillida, quien murió con Alzheimer hace ya 10 años, que decía: “el hombre siempre tiene que tener los niveles de dignidad por encima del nivel del miedo”.
- “eX03 De ese recorrido ha quedado una especie de biografía del dolor, del mapa de la desmemoria que es este libro, con mucho humor, con mucha crudeza, con mucho dolor, que habla de cómo es el Alzheimer y de cómo es la vida”.
Creo que este libro ayuda y ayudará a los lectores a mirar de un modo nuevo a su familiar afectado por el Alzheimer. Sus manías o comportamientos extraños ya no serán un fenómeno solitario. De algún modo la lectura de este libro nos apoya en “normalizar” a nuestro familiar y nos ayuda a no sentirnos solos frente a lo que estamos viviendo.
Y me gusta especialmente el valor que le da a la dignidad del enfermo. Nos recuerda que el paciente es un ser humano que conserva su esencia hasta el final y que la enfermedad no puede convertirle en “indigno”, a pesar sus síntomas, comportamientos o deterioros físicos y mentales.
Os reproduzco otro párrafo de la entrevista que mencionaba antes en el que el propio autor habla de momentos especiales de algunos de sus protagonistas, que me parecen de una gran ternura y humanidad.
- “Me quedo con el momento en que Chillida confunde a su enfermera con Dulcinea y la empieza a llamar como al personaje de El Quijote, o cuando después de llevar sin hablar varios días se arrancaba a recitar versos de San Juan de la Cruz.
- "Me quedo con el momento en el que Mercero le dice a unos amigos que se lo llevaban a distraerlo a un bar a hablar de literatura, de cine y de astronomía: “no sé quiénes sois, pero sé que os quiero”.
- "También recuerdo con cariño la vez en que Diana, la esposa de Maragall, le da una bolsa de hielos a este para que la ponga en el congelador y el bueno de Pascual, tratando de ayudar, la mete en el lavavajillas.
- "Me conmueve el momento en el que Solé Tura ya no se acuerda del nombre de su hijo Albert y desde ese día le empieza a llamar “chaval” hasta el final”.
Mi consejo: si tenéis oportunidad leer esta obra. Y espero que os produzca una sonrisa o un suspiro de alivio al ir entrando, a través de sus páginas, en las vidas de Memorias del Alzheimer.
Sus protagonistas son personajes conocidos de la vida pública española, que han visto sus vidas marcadas a partir de conocer su diagnóstico médico. Personajes entre los que se encuentran Antonio Mercero, Pasqual Maragall, Jordi Solé Tura o Eduardo Chillida, y que han contribuido con sus vivencias personales a realizar una bella reflexión sobre esta enfermedad, en clave de biografía.
Partiendo del hecho de que actualmente hay en España más de 800.000 afectados directos más sus familias, amigos y cuidadores; y que se prevé mas de un millón y medio de enfermos, sólo en nuestro país, para mediados del siglo XIX, Simón nos acerca a la realidad de estos pacientes con una buena dosis de honestidad y con mucho respeto; y ha sabido evitar, con sensibilidad, el morbo o la lástima hacia sus “ilustres pacientes”.
A raíz de la lectura del libro busqué más información sobre el autor y disfruté leyendo una entrevista en la que hablaba de cómo se gestó el proyecto y le dio forma. Os transcribo unas frases en las que él cuenta el arranque del proyecto.
- “Con esa necesidad de bucear en la vejez casi como punto de partida me marqué una frase de Eduardo Chillida, quien murió con Alzheimer hace ya 10 años, que decía: “el hombre siempre tiene que tener los niveles de dignidad por encima del nivel del miedo”.
- “eX03 De ese recorrido ha quedado una especie de biografía del dolor, del mapa de la desmemoria que es este libro, con mucho humor, con mucha crudeza, con mucho dolor, que habla de cómo es el Alzheimer y de cómo es la vida”.
Creo que este libro ayuda y ayudará a los lectores a mirar de un modo nuevo a su familiar afectado por el Alzheimer. Sus manías o comportamientos extraños ya no serán un fenómeno solitario. De algún modo la lectura de este libro nos apoya en “normalizar” a nuestro familiar y nos ayuda a no sentirnos solos frente a lo que estamos viviendo.
Y me gusta especialmente el valor que le da a la dignidad del enfermo. Nos recuerda que el paciente es un ser humano que conserva su esencia hasta el final y que la enfermedad no puede convertirle en “indigno”, a pesar sus síntomas, comportamientos o deterioros físicos y mentales.
Os reproduzco otro párrafo de la entrevista que mencionaba antes en el que el propio autor habla de momentos especiales de algunos de sus protagonistas, que me parecen de una gran ternura y humanidad.
- “Me quedo con el momento en que Chillida confunde a su enfermera con Dulcinea y la empieza a llamar como al personaje de El Quijote, o cuando después de llevar sin hablar varios días se arrancaba a recitar versos de San Juan de la Cruz.
- "Me quedo con el momento en el que Mercero le dice a unos amigos que se lo llevaban a distraerlo a un bar a hablar de literatura, de cine y de astronomía: “no sé quiénes sois, pero sé que os quiero”.
- "También recuerdo con cariño la vez en que Diana, la esposa de Maragall, le da una bolsa de hielos a este para que la ponga en el congelador y el bueno de Pascual, tratando de ayudar, la mete en el lavavajillas.
- "Me conmueve el momento en el que Solé Tura ya no se acuerda del nombre de su hijo Albert y desde ese día le empieza a llamar “chaval” hasta el final”.
Mi consejo: si tenéis oportunidad leer esta obra. Y espero que os produzca una sonrisa o un suspiro de alivio al ir entrando, a través de sus páginas, en las vidas de Memorias del Alzheimer.
Fuente: hechosdehoy.com