Es una de las enfermedades neurodegenerativas más crueles. Y no solo para el afectado, que llega a vivir otra realidad cuando su mente ha borrado todos los recuerdos, sino también para los familiares que no saben cómo atender los brotes psicóticos y alucinaciones que padecen. Si esta enfermedad se diagnosticase antes, es decir, de forma precoz, se lograría ralentizar su desarrollo y empezar con prontitud un tratamiento. El problema es que, en ocasiones, durante el deterioro cognitivo leve, el alzheimer suele confundirse con otro tipo de demencias e, incluso, con cuadros depresivos, por lo que no siempre se detecta en su fase inicial sino en más avanzadas.
Bajo esta premisa empezó a trabajar hace dos años el equipo de la unidad de Neurología del Hospital General de Alicante con un estudio piloto, que ya ha concluido, para ver si era posible llegar a una confirmación de la patología de forma precoz. «Si se retrasa la llegada de la enfermedad en cinco años, la prevalencia se podría reducir a la mitad», destaca el doctor Antonio Monje, de la unidad. Y en esta línea se metieron a investigar aplicando una prueba de memoria y otra novedosa, la punción lumbar, ya que en el líquido cefalorraquídeo hay unas proteínas muy específicas que se alteran y que permiten detectar las anomalías de la patología.
Del centenar de pacientes reclutados en el estudio, 70 casos han sido analizados completamente y prácticamente la mitad «están en tratamiento antes de lo que en condiciones normales hubieran estado». Además, en otro grupo -el de control- se ha incluido a personas mayores, sin ninguna relación con el servicio, y que eran intervenidos en Traumatología por problemas de rodilla, cadera o pie.
De forma también voluntaria, estos usuarios participaron en el estudio para detectar posibles alteraciones a partir de las gotas que se extraían tras aplicarles la anestesia para la operación. De ellos, entre un 20 y 25% tenían alteraciones. «Como mínimo, dos años antes podemos detectar la enfermedad de alzhéimer prodrómica», resalta el especialistas, que por este último término se refiere al periodo de sospecha o de incubación y, por tanto, a la detección temprana cuando todavía no hay unos síntomas claros.
Los resultados del estudio se están presentando en diferentes congresos nacionales e internacionales. Y es que, hasta el momento, solo el Hospital Clínico de Barcelona ha estado inmerso, como el General de Alicante, en la aplicación de esta prueba consistente en extraer líquido de la columna pero para una línea de investigación diferente.
«Si los medicamentos que tenemos consiguen ralentizar la enfermedad, lo más razonable es que actúen también antes» cuando se trata de una diagnóstico precoz, matiza el especialista.
Una oferta pionera
Los estudios apuntan que 15.000 personas padecen alzhéimer en la provincia, una enfermedad que puede prolongarse una década desde sus primeros síntomas y hasta la fase terminal, y cuya prevalencia se incrementa conforme aumenta la esperanza de vida.
De ahí la importancia del avance conseguido por los médicos alicantinos que, concluido el estudio piloto (aunque continúan con la investigación), ya ofertan la prueba de la punción lumbar a los pacientes que son derivados desde medicina de familia y sobre los que hay sospechas.
Se les realiza, entre otras pruebas, el examen neuropsicológico, de imagen y si aceptan, la extracción de líquido de la columna para lo que se necesita el consentimiento informado. Al tratarse de una prueba invasiva el riesgo de complicaciones es de un 0,5%. Ahora bien, estas complicaciones suponen padecer de cefaleas entre uno y dos días. Sin necesidad de ingresar, el paciente es atendido en el hospital del día del General, donde la colaboración con Enfermería es fundamental al igual que con el equipo de anestesistas, laboratorio y Traumatología, implicados en mejorar la calidad de vida de los pacientes a través de esta investigación.
«La prueba ya forma parte de nuestra rutina diaria», destaca Monge, quien añade que servirá también para los casos en los que la enfermedad es atípica, no cumple los criterios y, por tanto, no presenta los síntomas más frecuentes como los primeros olvidos.
Además, algunos test neuropsicológicos que están en vigor y que emplean los profesionales no resultan tan válidos como quisieran al estar destinados a examinar a una población con un nivel mediano-alto cuando, en realidad, un «altísimo porcentaje» de pacientes, con una media de 75 años, son analfabetos funcionales, por lo que la valoración «es más difícil».
Por ello, desde la unidad se considera que esta prueba lumbar «objetiva y analítica», y cuyo coste es económico, se convertirá en la medición de los próximos años para conseguir un diagnóstico precoz. Un paso importante que no ha ido acompañado por una revolución farmacéutica por parte de las compañías. El sector se encuentra estancado -la crisis económica ha podido influir- y, actualmente se siguen utilizando unos medicamentos que llevan cerca de diez años en el mercado, pero que siguen siendo igual de efectivos para su tratamiento.
Fuente: laverdad.es