Hasta hace un par de años, Josefa pensaba que viviría sus últimos días en el asilo. Pero la crisis la ha devuelto a casa. Su hijo, también padre de familia, puso el último ladrillo hace más de dos años. Llevaba meses estirando hasta lo imposible los ahorros y los 426 euros del subsidio de desempleo, que no llegaban para cubrir el alquiler, los gastos corrientes y la cesta de la compra para tres personas. Así que la pensión de Josefa
Los efectos de la crisis dejan plazas vacantes en residencias y centros de día de Cantabria
Los apuros económicos del entorno familiar y los recortes en la Ley de Dependencia llevan a asumir, cada vez con más frecuencia, el cuidado de losmayores en casa