El tratamiento preventivo y paliativo es el mayoritario en la actualidad
La enfermedad de Alzheimer no tiene cura, pero un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden frenar o, al menos, ralentizar la aparición de los síntomas. Remedios Moreno, catedrática del departamento de Neurociencias del Área de Farmacología de la Universidad de Cádiz (UCA) desarrolló ayer esta idea en la ponencia 'Bases neurobiológicas y neuroquímicas de la enfermedad de Alzheimer. Perspectivas farmacoterapeúticas', ofrecida en el marco de los XIII Cursos de otoño de la UCA en Algeciras.
Moreno indicó que la clave de los avances producidos en los últimos años radica en averiguar qué funciona erróneamente en el cerebro de las personas que padecen la enfermedad y qué fármacos se pueden aplicar.
Una estructura compleja
La conferenciante comenzó con un breve referencia histórica al diagnóstico realizado por Alois Alzheimer en 1906. Alzheimer siguió la evolución de los síntomas de una paciente durante cinco años y habló por primera vez de la presencia de lo que en la actualidad se denominan placas de aminoides y ovillos neurofibrales.
«La enfermedad de Alzheimer no es sólo una pérdida de memoria, pero sí es un síntoma nuclear», recalcó Moreno, quien recordó a los alumnos, a modo de punto de partida, la compleja estructura del cerebro humano para plantear la pregunta fundamental: ¿qué pasa para que se desestructure todo?
La profesora insistió en que la respuesta a la pregunta aún presenta numerosas incógnitas. No obstante, indicó que existen dos líneas de tratamiento. La línea etiopatogénica trata de detener la muerte de las células y fomentar la recuperación de poblaciones celulares. «En la actualidad es casi una utopía y la línea más seguida es la segunda». Esta segunda fórmula de tratamiento, la mayoritaria, es la fisiopatológica, cuya finalidad es prevenir, retardar o paliar los síntomas.
Moreno indicó que la clave de los avances producidos en los últimos años radica en averiguar qué funciona erróneamente en el cerebro de las personas que padecen la enfermedad y qué fármacos se pueden aplicar.
Una estructura compleja
La conferenciante comenzó con un breve referencia histórica al diagnóstico realizado por Alois Alzheimer en 1906. Alzheimer siguió la evolución de los síntomas de una paciente durante cinco años y habló por primera vez de la presencia de lo que en la actualidad se denominan placas de aminoides y ovillos neurofibrales.
«La enfermedad de Alzheimer no es sólo una pérdida de memoria, pero sí es un síntoma nuclear», recalcó Moreno, quien recordó a los alumnos, a modo de punto de partida, la compleja estructura del cerebro humano para plantear la pregunta fundamental: ¿qué pasa para que se desestructure todo?
La profesora insistió en que la respuesta a la pregunta aún presenta numerosas incógnitas. No obstante, indicó que existen dos líneas de tratamiento. La línea etiopatogénica trata de detener la muerte de las células y fomentar la recuperación de poblaciones celulares. «En la actualidad es casi una utopía y la línea más seguida es la segunda». Esta segunda fórmula de tratamiento, la mayoritaria, es la fisiopatológica, cuya finalidad es prevenir, retardar o paliar los síntomas.
Fuente: diariosur.es