«Hemos tenido que poner dinero de nuestro propio bolsillo». Así resume Francisco Gil, presidente de la asociación extremeña de trasplantados (Asextras) la dura situación que atraviesa la ONG que dirige. Pero este caso no es un hecho aislado, la mayor parte de las organizaciones no lucrativas pacenses se han visto arrastradas, en los últimos tres años, por el bucle de depresión financiera. Ante este contexto económico, se han visto obligadas a fomentar la creatividad para inventar sus propias fuentes de ingresos: a las tradicionales ventas de calendarios, bolígrafos y camisetas se unen también las rifas, las loterías y la organización de eventos lúdicos en los que cuentan con la colaboración de agrupaciones musicales y deportivas famosas.
Pese a todo, la mayoría de las ONG están viviendo una situación muy crítica: «Estamos sufriendo mucho», afirma Gil antes de añadir que desde 2008 «las subvenciones se han ido reduciendo poco a poco». En el caso de la Junta de Extremadura, la administración regional ha recortado este año un 7,8% el dinero que destina a asociaciones de cooperación para el desarrollo. Teniendo en cuenta que este tipo de ayudas suponen, se gún Gil, un «75 u 80%» del total de los ingresos, el daño es más que evidente.
Por este motivo, muchos proyectos han tenido que ser cancelados o retrasados: «Las subvenciones han bajado bastante y como consecuencia ha habido planes que no se han podido realizar, como la formación de voluntarios» explica José Antonio Rosa, psicólogo de la Asociación oncológica extremeña (AOEX). No obstante, la organización en la que trabaja Rosa tiene suerte, pues gracias la venta de imanes para el frigorígico han logrado reunir más de 800 euros.
Reducción de personal
Otra de las realidades que tienen que afrontar estas organizaciones es la drástica bajada de las donaciones, tanto de particulares como de pequeñas empresas y entidades bancarias. Aunque hasta finales de año no será posible conocer la magnitud de las pérdidas, muchas ya empiezan a notar un estancamiento de las aportaciones.
Como consecuencia, algunas asociaciones han tenido que despedir a personal para recortar gastos: «Hasta el mes de abril y parte de junio tuvimos empleados fijos, ahora solo contamos con voluntarios y colaboradores circunstanciales», lamenta el presidente de los trasplantados.
En la Asociación Oncológica, por el contrario, aún no han tenido que llegar a ese extremo, pero sí han recurrido a «cambiar de tipo los contratos para mantener todos los puestos de trabajo».
Aunque no todos los datos son negativos: soprendentemente, el número de socios no ha disminuido y, en muchos casos, incluso ha aumentado.
Arsenio Hueros, presidente de la Asociación de Familiares de Personas con Alzhéimer de Extremadura (Afaex), atribuye este éxito a que las cantidades aportadas por cada persona son mínimas. «El coste es es muy bajo, los socios tan solo contribuyen con 10 o 15 euros al año, podría decirse que colaboran con la 'voluntad'».
Aun así, tal y como señala Francisco Gil, estas cuotas anuales no son suficientes para afrontar todos los gastos. «El problema es que con menos ingresos tenemos que hacer frente a una doble demanda, porque con la crisis las solicitudes se han multiplicado». Por este motivo «muchas asociaciones han desaparecido ya, algunas muy consolidadas».
La situación no parece que vaya a variar en un futuro próximo. Al contrario, las asociaciones prevén que los años venideros sean peores. «Sufriremos mucho», advierte Gil.
Por esta razón, las ONGs idean maneras para revertir la situación: «Una posible solución sería que las organizaciones afines compartieran el local y la publicidad», manifiesta el presidente de Asextras.
La otra propuesta de Gil es más controvertida, pero igualmente necesaria: priorizar los servicios y atender a quién más lo necesite.
Fuente: hoy.es