Si no hay ningún sector que por ahora se salve de las devastadoras consecuencias de la crisis, su golpe es más fuerte cuanto más débil es quien lo recibe. Es lo que les ocurre este año a las distintas asociaciones de enfermos castellano y leonesas, que tendrán difícil cuadrar sus cuentas. En la Comunidad existen hoy más de un centenar de este tipo de organizaciones, muchas de las cuales están agrupadas en federaciones a nivel regional. La mayoría de ellas cuentan con presupuestos muy pequeños, que en el mejor de los casos no alcanzan los 80.000 euros, siendo sus principales apoyos además de los socios, las ayudas de las administraciones y las obras sociales de las Cajas, por lo que muchos temen un fuerte recorte para este año que les obligaría a reducir sus plantillas y los programas y actividades que llevan a cabo con los enfermos. ABC ha sondeado la opinión de algunas de las principales organizaciones de la Comunidad y el sentir es común: un panorama bastante negro.
Así lo ven desde la Fundación de Ayuda a la Infancia Elena Fernández, una organización que entre otras actividades, orienta a los padres cuyos hijos sufren de hiperactividad. «Este año hasta nos está resultando imposible que nuestra misma entidad bancaria nos de alguna ayuda para poder realizar estas jornadas que son de interés sanitario y educativo». Una actividad para la que otros años han contado con cerca de dos mil euros de la citada entidad. No obstante, esta agrupación regional, que actualmente atiende a 80 familias, cree imprescindible continuar con sus terapias ya que «no se pueden reducir porque tenemos una demanda muy grande».
Más voluntarios
En parecida situación se encuentra la Federación Aspace, que atiende a personas con parálisis cerebral, quien para evitar recortar sus programas han tenido que prescindir de parte de sus plantilla reduciéndola a dos personas y apoyándose en voluntarios. Desde su asociación abulense, su gerente Guiomar Martín ya ha visto como la crisis ha hecho mella en las ayudas, «por lo menos, -señala- es el argumento que nos están dando muchas entidades para no darnos dinero». Por ello teme que en un breve espacio de tiempo pudiera afectar a los programas que están desarrollando e incluso a la contratación de trabajadores. «Lógicamente habría que rescindir contratos o disminuir las horas de atención». Actualmente Aspace Ávila, que cuenta con 54 socios con una cuota mensual de ocho euros, cuentan con ocho trabajadores, «pero todos trabajamos con subvenciones, así que en el momento en que una no llegue o llegue menos de lo presupuestado habrá que reducir plantilla o si no el número de horas del contrato».
Pese a estar respaldada a nivel nacional, la Asociación contra el Cáncer de Valladolid cuentan ya con que este año obtendrán menos ingresos -no precisamente debido al descenso de socios, actualmente más de 1.800-, una situación que supondría en palabras de su responsable, Luisa Laete, que programas que ya tenían cerrados correrían a cargo de la asociación, que asumiría con sus fondos el coste. «Muchos son cuidados paliativos y ayudas psicoterapeutas que no se pueden dejar». Pendiente aún de las subvenciones pedidas está la Federación de Alzheimer, a quien ayuntamientos y Junta le han garantizado las mismas ayudas del año pasado. En 2008 contaron con 1,6 millones de presupuesto, gracias al cual pusieron en marcha servicios como el teléfono del Alzheimer (902 51 88 99), explica su presidenta Milagros Carvajal.
Con menos suerte
Menos suerte corren algunas organizaciones más pequeñas como la Asociación de Ayuda a Familiares y Enfermos de Anorexia y Bulimia, que lamentan que sus socios se borren una vez que ya no necesitan de su ayuda, lo que podría llevar a su desaparición. Otras, como la Federación de Enfermos Renales o la Asociación de Afectados de Esclerosis Múltiple esperan con incertidumbre las subvenciones solicitadas por las administraciones porque «el problema es que la mayoría de las actividades vienen dadas por las obras sociales de las Cajas y lógicamente tenemos muy poca fe de que este año tengan dinero», resume en este sentido Silvia, desde esta última organización cuya sede vallisoletana lleva en marcha desde 1995 y en la cual parte de los socios han tenido que reducir su cuota de participación, que rondaba los 80 euros anuales.
Fuente: abc.es