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La mejor prevención, hoy por hoy, para no sufrir Alzheimer

Por el momento, las labores de prevención están dirigidas a aquellas prácticas que se observa que tienen buenos resultados sobre el funcionamiento del cerebro.

Ante el aumento imparable de afectados por el mal de Alzheimer, es cada vez más frecuente la preocupación por todo aquello que puede influir sobre esa enfermedad. Como, hasta la fecha, la investigación ha sido incapaz de encontrar que es lo que produce el inicio de un Alzheimer, las labores de prevención están más dirigidas a aquellas prácticas que se observa que tienen buenos resultados sobre el funcionamiento del cerebro.

Hasta ahora, los investigadores en este campo, han llegado a conclusiones relativas a factores como el stress, el consumo excesivo de alcohol, la vida sedentaria y, por supuesto la dieta, como agravantes.
En este blog se ha escrito, en publicaciones anteriores, sobre algunos de estos “factores de riesgo”, y en esta ocasión voy a hacerlo específicamente sobre la enorme importancia de la dieta.

A nadie se le escapa que el axioma de Hipócrates que 460 años a. C. ya decía “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”, -y que a día de hoy hemos simplificado en un “somos lo que comemos”-, es algo probado y comprobado. Quizá mas aún en estos tiempos en que la calidad de los alimentos se pierde por mor de un aumento de la cantidad.

Que todos los insecticidas, plaguicidas, metales pesados y otros productos negativos para nuestra salud, que ingerimos con cada comida, tienen un efecto directo sobre nuestra salud, es algo sabido. Por lo que mejorar nuestra alimentación no sólo es conveniente para los enfermos de Alzheimer, sino para cualquier persona.

Pero en el caso de una E.A., con especial importancia. Investigaciones al respecto han dado como resultado que existe una correlación entre la obesidad y el tamaño del hipocampo, -aquella parte de nuestro cerebro que se ocupa de la memoria y el recuerdo-. Podríamos aplicar la regla de que cuanto más crece la tripa más disminuye el cerebro, por lo que es de vital importancia controlar la ingesta de alimentos y tratar de mantener un peso correcto. Y, naturalmente, el ejercicio moderado y frecuente es una gran ayuda frente a este propósito.

Y una vez reducida la cantidad habrá que vigilar la calidad de lo que comemos. Siempre que sea posible es recomendable consumir productos frescos y naturales.
Y en el caso de las verduras si pueden ser de cultivo ecológico mucho mejor.

Es fundamental eliminar, o al menos reducir todo lo posible, productos como los azúcares refinados. Evitaremos así el efecto de inflamación celular y reducción del riego sanguíneo que producen en el cerebro.

Y será muy positivo incluir en nuestra dieta productos que provocan un efecto benéfico sobre nuestro funcionamiento cerebral¨:
- Frutas como las fresas o las bayas de arándanos y de saúco, que gracias a los flavonoides que contienen ayudan a reducir la inflamación celular.
- Las nueces, el fruto seco más rico en antioxidantes y además ricas en omega-3.
- Caldos de verdura que nos proporcionan vitaminas y antioxidantes que ayudan en el mejor funcionamiento de cerebro y corazón.
- El té verde por su efecto antioxidante.

Olvidarnos de las comidas envasadas, de los precocinados y los dulces industriales - muchas veces hechos con edulcorantes artificiales- y cambiar nuestros hábitos para llevar una dieta rica en verduras y frutas, con la cantidad necesaria de carbohidratos lentos (copos de cereales, arroz, patatas..) y proteínas de calidad son el mejor seguro de salud que, hoy por hoy, podemos tener contra el Alzheimer.

Buena comida, tranquilidad, ejercicio físico y mental, y una sana vida social son la mejor prevención.

Fuente: hechosdehoy.com

Con la colaboración de