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La historia viva de Esguevillas

Una veintena de vallisoletanos recuperan su memoria en un rodaje para el Banco de Recuerdos

Irene Fernández Bronchut, de 68 años, dejó su Esguevillas de Esguevas natal en junio de 1959, con tan solo 15 años. «Me tuve que ir del pueblo porque mi madre era viuda y no podía mantener a cinco hijos», recuerda Irene, quien con su pequeña maleta, con ropa que sus hermanas mayores le enviaban siempre que podían desde la capital, abandonó su pueblo en busca de un futuro en una industrializada Barcelona.

«Fue una experiencia muy dura, pero ahora que lo miro en la distancia estoy contenta de poder recordar cómo fue la marcha y lo ilusionada que estaba cuando regresaba al pueblo.» Irene y otros 20 vecinos de la localidad serán los primeros habitantes de la provincia de Valladolid en aportar su granito de arena al Banco de Recuerdos, iniciativa puesta en marcha por la Fundación Reina Sofía en el año Mundial del Alzheimer, para que los recuerdos permanezcan almacenados para generaciones venideras.

«Ya que en la localidad se celebra la semana cultural, decidimos poner en marcha esta iniciativa para el Banco de Recuerdos», explica el director de cine vallisoletano Arturo Dueñas, quien dijo que «estos testimonios son los primeros que se han grabado, ya que en el Banco de Recuerdos hay muchas cartas pero no hay ningún vídeo».

Una vez planificadas las labores de reproducción y con todos los protagonistas en la sala principal del centro de jubilados, el foco se encendió para iluminar el rostro del único cestero del pueblo, Dionisio Gómez, de 83 años, quien sin ningún esfuerzo se remontó al verano de 1936, cuando con sus propios ojos vio cómo se llevaban esposado al maestro de la localidad.

La guerra

«Yo estaba jugando con otros chicos del pueblo y vimos cómo varios individuos se llevaban esposado al maestro», recuerda Dionisio mientras entrelaza unas ramas de madera para hacer una cesta y añadir que «en el árbol donde le dieron el tiro aún se puede observar el orificio de la bala». La viuda y sus hijos se marcharon del pueblo y el árbol se secó.

Para Dionisio, narrar en primera persona este recuerdo de su infancia en el que la sangre, la hambruna y las familias destrozadas no se borran de su memoria fue una liberación. «Yo, si quieres, te puedo contar cómo aprendí el oficio de cestero o cómo conocí a mi mujer, pero creo que eso es menos importante ya que, lo que vi yo y otros 60 niños, no se puede olvidar nunca», asevera Dionisio mientras que su nieto César Yagüe, de 18 años, asiente con la cabeza al reconocer las primeras frases de la historia del maestro.

«Creo que está muy bien que mi abuelo colabore con este tipo de iniciativa», dice César, quien sin lugar a dudas no tardará ni un segundo en teclear la página oficial del Bando de Recuerdos para ver en la pantalla de su ordenador como su abuelo, el único cestero de la comarca, se desenvuelve frente a la cámara..

La gran parte de los protagonistas de este documental fueron inmigrantes en las décadas de los 60 y 70 en Barcelona y Bilbao. Este es el caso Tomás López, de 79 años, quien con tan solo 22 se marchó junto con su esposa a Bilbao, donde aprendió de manera autodidacta a tallar bastones.

Autodidactas

«Mi primer bastón lo hice en la mili y después ya perfeccioné la técnica en Bilbao, donde agarraba cualquier madre y me ponía a tallar», explica Tomás, quien aún recuerda cómo su primer trabajo con la madera fue una pequeña caja toda labrada. «Hice cajas para mi mujer, sus hermanas, amigas y ahora, después de tanto tiempo, aún recuerdo cómo mi difunta esposa miraba con cariño la caja». Desde entonces este hombre, además de hacer bastones y cajas, colabora de manera activa en todas aquellas labores que el colectivo de Esguevillas necesita. Tal es así que su último recuerdo es la restauración de un libro y la donación de un cáliz, labrado por él mismo, para la ermita del santo valenciano San Vicente, que se entregará en breve.

Tras más de cinco horas de rodaje los focos se apagaron y los recuerdos de los vecinos permanecerán imperturbables al paso del tiempo, como aseguró Dueñas, quien además de los testimonios en primera persona también dispone de un gran archivo fotográfico de los ciudadanos y películas rodadas en súper ocho que intentará complementar con los testimonios y crear un documental sobre el municipio. «Nuestra idea es ampliar los testimonios con toda la documentación que tenemos y así poder hacer una especie de cortometraje documental que tenga una duración de algo más de 20 minutos», dice el director mientras termina de apuntar los datos de Dionisio, Irene y Tomás.

Fuente: www.elnortedecastilla.es

Con la colaboración de