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El 75% de los cuidadores familiares son mujeres con una edad media de 65 años

En muchas ocasiones un accidente cerebrovascular o de tráfico cambia en segundos la vida de toda una familia. Otras veces es el progresivo envejecimiento de los mayores con poca fortuna en cuanto a sus pérdidas físicas o mentales, generalmente ambas, lo que transforma una vida cotidiana, abierta al mundo, a los amigos, a las fiestas, al trabajo, a las reuniones, a los paseos... para convertirla en la de seres pendientes el día entero a los allegados de afectado. En la gran mayoría de los casos, además, la persona convertida en cuidador de su pareja, hijo o hermano es también un ser con sus dificultades de salud y de edad que ha de atender a pacientes inmovilizados o con procesos crónicos que precisan atención continua.

Las ayudas del cuidador preocupan cada vez más y los estudios, así como el perfil sobre estos asistentes no profesionales que ha realizado el Ministerio de Sanidad, descubren serias secuelas difíciles de afrontar en los cuidadores.

Uno de los trabajos más recientes en este sentido es el de la Red Centinela Sanitaria de la Junta llevado a cabo por los profesionales de enfermería que durante el finalizado año han buscado el análisis de la situación epidemiológica al respecto de aquellos usuarios de la Atención Primaria que acuden a la misma por motivos varios; aunque también ha habido una búsqueda activa de los mismos. Así, pendientes de cerrar el año 2011 completo, los datos ya permiten establecer que el 74,5% de los cuidadores son mujeres y la edad media es de 64,7 años. Son los familiares de entre 35 y 64 años sobre los que más recae esta carga emocional y física; seguidos del siguiente tramo de edad hasta los 79 años. De la muestra con la que se ha trabajado, 514 personas, el 42,5% fueron encuestados cuando acudieron a una consulta programada; el 37% en una visita domiciliaria y el 14,5% en una cita con el centro de salud a demanda, normalmente a través de urgencias. Además, el personal de enfermería ha trabajado en una búsqueda activa de casos con el 6%.

En cuanto al parentesco del cuidador con la persona no autónoma es muy variable. El 35% son los cónyuges; el 30,5% son hijos, el 22% el padre o la madre, el 3,8% son los hermanos y el 8,7% restante son otros miembros de la familia como nietos o sobrinos. Respecto al tipo de dolencia más habituales resultado de estos cuidados, el estudio de la Red Sanitaria Centinela recoge los problemas osteomusculares debido al esfuerzo físico que supone mover en la cama a un enfermo para lavarlo o cambiarle las sábanas o cargar con él para deambular u otras necesidades; así como los cambios frecuentes de ánimo, trastornos de sueño y depresiones o ansiedad.

La Ley de Dependencia regula prestaciones económicas para los cuidados en el entorno familiar y para asistentes de la persona valorada según los baremos de esta normativa estatal. Pueden ser cuidadores no profesionales tanto los cónyuges del beneficiario de la ayuda como, parientes por consanguinidad, afinidad o adopción hasta el tercer grado de parentesco. De esta forma, pasan a cotizar dentro del Régimen General de la Seguridad Social, mediante una suscripción de un convenio especial, que cubre las prestaciones de jubilación, incapacidad permanente o muerte.

En España, el volumen de cuidadores no profesionales llega hasta las 171.021 personas que se benefician de esta prestación de la Ley de Dependencia. En cuanto al perfil de beneficiario, en el territorio nacional predominan las mujeres (159.055), frente a los hombres (11.966). Respecto a la edad, la franja con más cuidadores es de menos de 50 años 75.513), por delante de los mayores de 60 que bajan hasta los 37.983, según los últimos datos del mes de noviembre.

Roles

En Castilla y León son 10.956 los cuidadores no profesionales que figuran en este registro. Junto a ellos hay otros muchos que no cotizan pero sí llenan su día a día con la atención de la discapacidad de algún familiar.

La tradición sociocultural que aún se mantiene y los estereotipos en los roles siguen haciendo recaer la responsabilidad de los cuidados de menores y dependientes con mayor frecuencia en las mujeres; lo que ha hecho poco visible y nada remunerado este trabajo.

En muchas ocasiones además estas mujeres, eternas cuidadoras, «no podrán recibir el cuidado de sus familias porque sus maridos, si los tienen -debido a la mayor esperanza de vida de las mujeres que de los hombres-, puede que también se encuentren en situación de requerir cuidados. En todo caso, si tienen hijas, y estas pueden hacerse cargo de ellas, repetirán el rol de sus madres», recoge también el estudio al respecto del Instituto Nacional de Estadística. Este mismo trabajo destaca que casi la mitad de las personas que reciben cuidados «son atendidos durante ocho o más horas diarias» sino es la jornada completa y que, «en el caso de las personas con deficiencia mental, casi dos de cada tres requieren el máximo de tiempo de atención personal».

El tiempo dedicado a los cuidados se emplea principalmente en actividades de autocuidado como el vestir y quitar la ropa, asear o duchar a la persona. Le siguen las tareas domésticas como preparar las comidas, las compras, la limpieza y cuanto exige el llevar un hogar.

Centrándose en la vida de los cuidadores residentes en el hogar y que no están empleados en él, dicho estudio revelaba que un 63,7% ha reducido su tiempo de ocio para atender a la persona con discapacidad, y para un 54,4% ha tenido consecuencias en su vida laboral o situación económica.

En cuanto a los problemas de salud el INE coincide con los registros de la red castellano y leonesa: Las personas que prestan cuidados sienten dificultades para desempeñar sus tareas. Además, se ven afectadas en su salud y vida personal. Dentro de las tareas de asistencia personal, la principal dificultad que encuentran los cuidadores es la falta de fuerza física para realizarlas.

 

En cuanto a las consecuencia para su salud, la mayoría de los cuidadores afirman sentirse cansados y una parte importante ve incluso deteriorada su salud física y emocional.

Con la colaboración de