Aunque un 30% de los cuidadores de enfermos de Alzheimer pide ayuda médica para solventar los problemas de salud que les genera el esfuerzo físico y psicológico que supone el cuidado de su familiar enfermo, la mayoría de los cuidadores informales se niega a dedicar sólo una parte de su tiempo al cuidado del enfermo y el 66% de los consultados no se plantea la posibilidad de ingresar al enfermo en una residencia.
Estos datos se desprenden de un estudio realizado por la Fundación Española de Alzheimer, donde se recoge que los trastornos más comunes que sufren los cuidadores de los enfermos de Alzheimer son la apatía, la irritabilidad, los trastornos psicóticos como alucinaciones y delirios, la agresividad y la violencia. De los más de 1.200 cuidadores familiares de enfermos con demencia en España, el 70% de ellos sufre depresión y puede, incluso, padecer trastornos del sueño, problemas digestivos, cefaleas y otras dolencias relacionadas directamente con las situaciones de estrés.
Los expertos recomiendan que ante las primeras señales que indiquen que la dedicación exclusiva al enfermo está mermando la salud del cuidador, se acuda al médico. Es decir, si el cuidador tiene problemas para conciliar el sueño, cansancio nocturno excesivo, cambios en los hábitos alimentarios, aparecen dificultades para concentrarse o tiene cambios de humor significativos.
El Alzheimer es una enfermedad que afecta al 5% de la población mayor de 65 años y duplica su prevalencia cada 5 años. El estudio también refleja que en el 98,7% de los enfermos de Alzheimer, los trastornos del comportamiento son tan frecuentes como los de memoria. La mayoría de los cuidadores son mujeres con una media de edad de 59 años y suelen ser familiares directos del paciente. La mayoría de estas mujeres trabaja o se encuentra aún en edad laboral.
El cuidador informal del enfermo de Alzheimer debe seguir las recomendaciones prácticas que los expertos consideran esenciales para mantener un buen estado de salud. Debe buscar tiempo para disfrutar del resto de miembros de la familia, tiempo también para compartir con los amigos y hacer vida social. Es importante mantener los hobbys y las aficiones. Y, por encima de todo, hay que aceptar las limitaciones de cada uno y ser consciente de que no todo puede solucionarse sin ayuda.
Cuando el cuidador informal vea que la situación le supera, ha de pedir ayuda a sus familiares, a sus amigos o a los voluntarios con los que cuentan distintas organizaciones, a los profesionales e incluso a las instituciones.
Fuente: asistenciadomiciliaria.info
