En la provincia hay 218.000 personas con más de 65 años, de las cuales unas 12.000 padecen la enfermedad de alzheimer. José María García-Alberca, director de la Unidad de Memoria y Alzheimer del Instituto Andaluz de Neurociencia y Conducta (Ianec) acerca una vez más este tipo de demencia, más que extendido en la sociedad actual.
–Quienes hablan del alzheimer en ocasiones aluden a la frase "ya ha pasado la edad de sufrir alzheimer". ¿Es cierto?
–Eso es un error coloquial debido al desconocimiento del tema. El alzheimer está directamente relacionado con la edad, los primeros riesgos de sufrir la enfermedad comienza a partir de los 65 años. Desde esa edad, ha medida que aumentan los años aumentan también la probabilidad de sufrir alzheimer. El 95% de casos de alzheimer tienen más de 65 años y por lo tanto la enfermedad está íntimamente relacionada y condicionada con la edad de la personas.
–¿Influye el modo de vida a la hora de existir una mayor incidencia?
–Actualmente no tenemos datos en ese sentido, pero sí que se están descubriendo algunos factores relacionados con la enfermedad y la forma de vida que llevamos. Un descubrimiento muy importante que hemos hecho en los últimos años es que los factores de riego vascular tienen mucho que ver con las causas del alzheimer, es decir, si hablamos de hipertensión, diabetes, niveles altos de colesterol, problemas cardiacos, etc. hemos podido ver que, además de provocar problemas de cara a un infarto de miocardio que derive en una demencia vascular, también estos factores suponen un riesgo para la propia enfermedad de alzheimer.
–¿Qué se puede hacer?
–Hay que educar mejor a la gente joven que padecen estos factores para prevenir la aparición de la enfermedad, es muy importante cuidar la mente. Se ha descubierto que la gente que de joven trabaja lo que nosotros llamamos la reserva cognitiva (estimula su cerebro leyendo, practicando ocio, tiene una vida social enriquecedora y activa), hace frente de mejor manera a las agresiones cerebrales propias del envejecimiento. Llegar a la vejez con un envejecimiento activo desde el punto de vista cognitivo, va a ayudar a que haya menos alzheimer.
–¿Qué líneas de investigación y tratamientos persigue la unidad?
–Hoy por hoy las causas del alzheimer las desconocemos aunque estamos investigando. En cuanto al tratamiento es necesario decir que no existe nada en la actualidad que detenga por completo la enfermedad, pero hemos avanzado mucho en dos aspectos: en tratamientos farmacológicos que son capaces de ralentizar la evolución del alzheimer y en intervenciones psicológicas. En fármacos tenemos descubiertos media docena de fármacos que de verdad hacen que la enfermedad vaya progresando más lentamente, se protegen mejor las neuronas y por tanto la perdida de funciones cognitivas es más lenta con una mejor calidad de vida para el paciente. Desde la unidad nos centramos principalmente en los tratamientos de estimulación cognitiva. El cerebro tiene una capacidad que llamamos neuroplasticidad, es decir, existen grupos de neuronas que se dedican a una función y que son capaces de aprender otras distintas y por lo tanto son capaces de suplir las funciones de un grupo de neuronas que ya se han muerto a consecuencia de la enfermedad. Lo que sabemos es que los tratamientos cognitivos van a estimular los procesos de neuroplasticidad cerebral y esto se ha probado científicamente y ha permitido ralentizar la evolución de la enfermedad.
–Esta enfermedad, además de afectar al paciente, influye en gran medida al familiar que lo cuida.
–El 90% de las personas que cuidan a un enfermo de alzheimer son familiares, aunque llega un momento en el que el nivel de sobrecarga es tan grande que acaban buscando ayuda del exterior a través de cuidadores profesionales. Cuidar a un paciente de estas características acarrea una serie de consecuencias físicas y psicológicas al familiar y en un alto porcentaje presentan depresión y ansiedad en altos niveles. Esto condiciona su vida y puede condicionar su vida posterior cuando falte el enfermo. Hay ocasiones en las que los cuidadores, cuando falta el paciente les cuesta mucho trabajo la adaptación a la nueva vida e incluso se percibe un cierto grado de culpabilidad en el familiar.
–¿Qué formación presenta un familiar que cuida al enfermo?
–Un aspecto muy importante de la unidad son las actividades que hacemos con los cuidadores. El cuidador informal no tiene ninguna formación, no sabe qué es la enfermedad, ni qué es lo mejor que hay que hacer. Por ello es imprescindible que formemos al cuidador para explicarles toda la evolución de la enfermedad. En la unidad les enseñamos medidas de tipo psicológico para alejar la inquietud, las alucinaciones o la agresividad del enfermo. Se trata de enseñarle al cuidador una serie de técnicas para aplicar en situaciones de la vida cotidiana con el enfermo. En este sentido, lo primero que enseñamos a los cuidadores es que deben saber diferenciar los estímulos que desencadenan ese tipo de síntomas en el paciente.
Fuente: laopiniondemalaga.es