La media de edad de la aparición de la enfermedad de Alzheimer es de 70 años, mientras que la media de vida en España se sitúa en torno a los 80. Hoy en día lo único a lo que pueden aspirar los aproximadamente 430.000 pacientes que la sufren y sus familiares es a "acorralar" las fases más duras de la enfermedad al final de la vida, intentando retrasar la dependencia de la persona. Un año más, el pasado 21 de septiembre se celebró el día mundial de esta patología, que hoy no tiene cura ni tratamiento y frente a lo cual los investigadores no se muestran optimistas en un futuro próximo.
Es mucho lo que se ha descubierto desde que se conoce su existencia, hace más de 100 años, por eso la pregunta es por qué aún no se puede hacer nada por prevenirla. Se trata de un problema que empieza con la pérdida de memoria y acaba con la demencia. Los expertos coinciden en que ya es demasiado tarde cuando se detecta esa pérdida de memoria. "Si se identifica la enfermedad en el momento en el que se producen los primeros fallos de memoria (fase prodómica) y se consiguen retrasar los síntomas unos años, el número de enfermos se reduciría a la mitad en dos o tres décadas", subrayó el doctor Pablo Martínez-Lage, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología. De ahí la importancia de identificar a las personas en la primera fase. De hecho, Jesús Ávila, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, apostó por esta vía para el futuro y puso como ejemplo el estudio que está ya en marcha con la Fundación Reina Sofía en el que hay 168 voluntarios sanos de 70 años a los que se les hará una resonancia anual para detectar factores de riesgo y establecer un perfil de candidato a padecer la enfermedad. El reto es llegar a los 800 pacientes, aunque esto depende de la disponibilidad presupuestaria. Algo similar a lo que sucede con el resto de proyectos de investigación que se espera no sufran recortes con la ayuda de la celebración en 2011 del Año Internacional para la Investigación en Alzhéimer.
Con todo, hoy por hoy la realización de pruebas a toda la población mayor de 65 años es irrealizable porque no hay métodos eficaces de detección en la fase preclínica, sólo el análisis del líquido cefalorraquídeo obtenido en punción lumbar, o técnicas de imagen como la resonancia o tomografía de emisión de positrones realizadas en personas con síntomas bien caracterizados pueden detectar la enfermedad en sus primeras fases.
Herramientas para retrasar lo inevitable
Vivimos en una sociedad medicalizada, y esto, unido a la falta de recursos asistenciales es quizás la razón por lo que las llamadas terapias no farmacológicas (TNF) no son tan recomendadas por los médicos para las personas con alzhéimer como deberían serlo a la luz de los resultados que arroja un proyecto sobre su utilidad. Así, durante cinco años una red internacional de 22 científicos, coordinada por la Fundación Maria Wolff, revisó 1.313 estudios científicos para llegar a la conclusión de que las TNF_son más eficaces que los fármacos a la hora de hacer frente a esta patología.
El análisis constata que estas terapias mejoran dominios como la cognición, la conducta o el estado de ánimo y reducen la carga del cuidador, posponen o evitan el ingreso en residencias y pueden disminuir el coste económico de los cuidados. "Son terapias individualizadas con las que podemos conseguir que el ingreso en residencia se retrase un año", señaló Jordi Peña, de la Sección de Neurología de la Conducta y Demencias del Hospital del Mar de Barcelona.
Asimismo, este trabajo ha permitido estructurar por primera vez el campo, al comprobar la eficacia de cada una de las intervenciones. De este modo, la terapia multicomponente -que incluye, entre otras, estimulación y ejercicio físico- mejora su capacidad funcional y cognitiva y su estado de ánimo, reduciendo la aparición de depresión y la carga del cuidador. También han demostrado ser eficaces la estimulación cognitiva tradicional, el entrenamiento en las actividades de vida diaria y la intervención conductual, todas ellas de fácil aplicación en centros de día y residencias. Estos datos constatan, por tanto, que las TNF pueden ser prescritas por los médicos al igual que lo hacen con los fármacos, por lo que pacientes y facultativos deben unirse para solicitar a las administraciones su mayor disponibilidad.
No obstante, los expertos señalaron que los beneficios de las TNF_son independientes de la toma de medicamentos, es más los efectos de ambos se suman e incluso es posible que funcionen mejor si se combinan, llegando a retrasar el avance de la patología en 500 días.
"Juntos podemos"
3,5 millones de personas ven diariamente su vida condicionada por una enfermedad que mina sus corazones. Para aportar por una política valiente de lucha contra el alzhéimer, no condicionada por plazos, ni presupuestos, desde la Confederación Española de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias (Ceafa) este año se ha apostado por el lema "Juntos podemos".
Y es que, según su presidente, Emilio Marmaneu, la Ley de Dependencia falla en tres puntos esenciales: no hay igualdad de aplicación entre comunidades autónomas, se está apostando por "la parte fácil" que es dar prestaciones económicas a las familias en vez de dar servicios asistenciales y además, se ha enfocado desde el punto de vista social, dejando a un lado la parte sanitaria del problema. Por esta razón, Ceafa reclama, con el apoyo de la Alianza General de Pacientes, una política de Estado de alzhéimer, con un enfoque socio-sanitario que debería verse plasmado en el Plan Nacional prometido por el Ministerio de Sanidad y Política Social. En respuesta a esta reivindicación, Purificación Causapié, directora general del Imserso, anunció que a partir de 2011, se comenzará a atender a personas con alzhéimer en grado 1, es decir, en su fase incipiente, dentro de los servicios que ofrece la ley, lo que puede ayudar a retrasar la progresión de la patología.
Fuente: estarbien.com