Cualquier ayuda es poca para hacer frente a la Enfermedad de Alzheimer (EA), una patología altamente invalidante y de creciente prevalencia. Éste fue uno de los mensajes más repetidos por los expertos reunidos en el V Simposio sobre avances en la enfermedad de Alzheimer, celebrado la semana pasada en Madrid con motivo del Día Mundial del Alzheimer (21 de septiembre). El encuentro, que ya se ha convertido en una cita anual, cuenta con el apoyo de la Fundación Reina Sofía y de la Fundación Cien, y está promovido por el Instituto de Salud Carlos III y el CSIC.
Tal y como se constató en el encuentro, ni el pesimismo ni el optimismo triunfan en este campo de la I+D. Más bien reina la esperanza, apoyada en un auge en la investigación por parte de la comunidad investigadora y de la industria, que es consciente del amplio margen de mejora en la terapéutica de esta patología, que afecta ya a más de 30 millones de personas en el mundo, según cálculos de la OMS.
Se necesita cautela a la hora de hablar de los tratamientos en desarrollo para esta patología, advierte a CF Jesús Ávila, uno de los coordinadores del simposio y director del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Y es que, detalla este experto, recientemente varias inmunoterapias, algunas de las cuales estaban ya en fases muy avanzadas de desarrollo, se han mostrado inviables. La mayoría de estas vacunas, explica Ávila, han tenido problemas de toxicidad.
Sin embargo, varias líneas siguen en experimentación. Entre ellas, resume Pablo Martínez-Martín, director científico de la Unidad de Investigación del Proyecto Alzheimer (UIPA), destacan las estrategias dirigidas a disminuir la carga de péptido betamiloide (que se acumula en los cerebros de los enfermos en forma de placas), a interrumpir la formación anormal de proteína TAU (presente en los ovillos neurofibrilares característicos de los cerebros de estos pacientes), a intentar mejorar la neurotransmisión, intentar bloquear la muerte celular o impedir la entrada de productos bioquímicos que podrían resultar neurotóxicos.
Más lejos se vislumbra la posibilidad de utilizar células madre cerebrales. Sin embargo, esta opción ha abierto un amplio debate sobre su viabilidad. Hay quien afirma, apunta Martínez-Martín, que las células pluripotentes del cerebro ya se habrían agotado cuando se hace evidente el deterioro cognitivo, lo que imposibilitaría su uso. Y para utilizar células de otra procedencia habría que estudiar cuáles podrían ser, en qué sitios del cerebro se podrían situar, cómo se van a introducir, o qué problemas van a dar. Más allá de la terapia, los expertos hicieron hincapié en los estudios de prevención. Y aparte de los hábitos de vida saludables, que parecen actuar como protectores, aquí tampoco hay nada claro. Se ha dicho que los antiinflamatorios, la THS o las estatinas podrían retrasar la aparición de la EA, pero hay estudios contradictorios, apunta Martínez-Martín.
A punto un parche
Mientras tanto, las pequeñas grandes innovaciones mejoran la vida de los pacientes y cuidadores (no hay que olvidar que hay más de 3,5 millones de cuidadores en España, calcula Emilio Marmaneu, presidente de la Confederación Española de familiares de Enfermos de Alzheimer y otras demencias, Ceafa).
En este sentido, habrá mejoras de los fármacos existentes, con cambios en la dosificación o la administración. Y la novedad más importante: en los próximos meses saldrá al mercado español un parche de rivastigmina (Novartis) que permitirá una administración más fácil y una mejor tolerancia de dosis más altas del fármaco.
El deterioro cognitivo leve, punto de partida de la I+D
"El deterioro cognitivo leve (que suele evolucionar a demencia) es la diana más interesante para investigación, con la finalidad de identificar cuanto antes a personas que aún son capaces de hacer una vida normal para impedir, en el momento en que exista un tratamiento preventivo, la aparición de la demencia". Así lo manifiesta Pablo Martínez-Martín, director científico de la Unidad de Investigación del Proyecto Alzheimer (UIPA). "Incluso a largo plazo nos gustaría poder adelantarnos a esa fase de deterioro leve, e identificar personas en riesgo para poner los tratamientos preventivos", reconoce. "El reto es identificar muy bien los tipos de deterioro cognitivo leve y cuáles van a evolucionar a qué forma de demencia. Y se está trabajando fuertemente en ello".
Sin mucho éxito
Hasta ahora, comenta, se han probado los tratamientos para la demencia en pacientes con deterioro cognitivo leve, y por el momento los resultados han sido negativos. Pero hay problemas en los diseños de estos estudios, pues se utilizan medidas desarrolladas para la demencia. "Se necesitan otras medidas y otro seguimiento en estos ensayos", advierte el experto.
Desde España, la UIPA, constituida en 2007, trabaja para producir frutos de su investigación. En ella se hace investigación traslacional. Ya ha llegado a 16 acuerdos con otras instituciones, algunas del calado del Hospital Mount Sinai o la New York University.
También con asociaciones de pacientes, con el objetivo de empezar a desarrollar estudios con pacientes e individuos sanos. Destacable también en la UIPA es un equipo de resonancia magnética muy potente que trabaja ya en un ensayo clínico aportando la neuroimagen. "Tenemos infraestructura para hacer una labor muy buena", afirma Martínez-Martín.
Fuente: correofarmaceutico.com